
Classic, stoner y hard (todos con la coletilla "-rock") son los palos que toca este hombre, y afortunadamente, ha dejado a un lado los experimentos punk-pop de su anterior trabajo (del que, en su momento, publiqué una reseña por aquí).
El disco tiene en su haber dos pepinazos mayúsculos ("You can't stop" y el corte que le da título), pero el resto, menos inmediato, acaba calando hondo a las pocas escuchas.