lunes, 26 de diciembre de 2011

God Bless Ozzy Osbourne


Tengo un colega al que le encantaría que Black Sabbath anunciase unas fechas por nuestro país. Si no le conociese bien tal vez pensaría que así lo desea para que el público autóctono sea testigo (de nuevo) del declive físico/mental del Madman, pero, por difícil que a mí me resulte entender, este amigo mío realmente anhela presenciar un show de Iommi, Butler, Ward y Osbourne en pleno 2012. Ay, ojalá me equivoque, pero mucho me temo que esta gira va a estar muy lejos del nivel que alcanzaron en su Reunion Tour original... (yo no estuve allí, pero las filmaciones del evento no engañan).

Por desgracia para Ozzy (y sus fans que todavía compran sus tickets), estos últimos años no le han sentado demasiado bien, así que podrás comprender mi desconfianza ante las aptitudes actuales del cantante para llevar a buen puerto un recital de estas características (si en solitario, con setlists de escasa duración, difícilmente da la talla -los que estuvieron en el último Azkena coinciden en ese punto-, no quiero imaginar el esfuerzo que le que puede suponer acabar de una sola pieza un concierto de dos horas).

God Bless Ozzy Osbourne

Ya se sabe, hay opiniones para todos los gustos, pero mientras en el caso de Rob Halford existe un margen razonable para la discrepancia (yo abogo por su retirada inmediata de los escenarios), la situación del Príncipe de la Oscuridad no conoce medias tintas; sólo tienes que ver "God Bless Ozzy Osbourne", el documental que ha producido su propio hijo, para llegar a una conclusión indiscutible: Ozzy debería decir adiós a la carretera y a los estudios de grabación (sus últimos discos son flojísimos). ¡Si incluso en una toma Zakk Wylde le recrimina su decadencia vocal!

A todo esto, la película, pese a estar entretenida, deja el mismo sabor de boca que su libro autobriográfico "I Am Ozzy" (el cual leí hace un par de meses): se centra demasiado en su vida personal e íntima (¿realmente me interesa saber que el autor de "Bark at the Moon" es un padre desastroso que ni siquiera recuerda el día en que nació su primera hija?) y deja aparcado el aspecto musical. Y es que, a mi entender, este tipo de retratos hagiográficos me parecen correctos cuando el artista ha pasado a mejor vida (muerto el mito nace la leyenda, y con ella toda suerte de trapos sucios que nos acercan al lado humano del personaje), pero no mientras el susodicho todavía se gana el sustento poniendo sus pies sobre un escenario.

Ozzy & DeNiro

¡Dios bendiga a Ozzy!

 

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